No malgastes la parte que te queda de vida en imaginaciones sobre los otros (...), imaginando qué hace Fulano de tal, por qué motivo, qué dice, qué piensa, qué maquina, y cuantas cosas como éstas hacen que te desvíes de la atención de tu propio principio rector (...). Debes acostumbrarte también a imaginar sólo aquello sobre lo que si alguien te preguntase de pronto: "¿En qué piensas ahora?", pudieras responder al punto con franqueza que en esto o aquello, de modo que inmediatamente quedase claro a partir de la respuesta que todo era simple, benévolo y propio de un ser social, despreocupado de las cosas placenteras o, en una palabra, de las fantasías voluptuosas; de toda malevolencia, envidia, recelo o alguna otra cosa de la que te avergonzarías al explicar qué es lo que tenías en mente.
Libro III, 4º.
Cuánto tiempo libre gana el que no mira qué ha dicho el vecino, hizo o pensó, sino sólo lo que él mismo hace (...). No tengas un carácter negro, no mires a tu alrededor, sino corre hacia la línea derecho, sin dar bandazos.
Libro IV, 18º.
No hay comentarios:
Publicar un comentario