Una obra no resuelve nada, así como el trabajo de una generación no resuelve nada. Los hijos -el mañana- vuelven a empezar siempre e ignoran alegremente a los padres, a lo ya hecho. Es más aceptable el odio, la rebelión contra el pasado que esta beata ignorancia. La bondad de las épocas antiguas era su constitución, en la cual siempre se miraba al pasado. Éste es el secreto de su inagotable plenitud. Porque la riqueza de una obra -de una generación- está dada siempre por la cantidad de pasado que contiene.
Cesare Pavese, El oficio de vivir (1947), Seix Barral.
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