G. Tiepolo, La muerte de Jacinto, 1752
En la mitología griega, Jacinto o Hyacinthus (en griego antiguo Ὑάκινθος y en griego moderno Hyakinthos) era un héroe divino, el hijo de Clío y Píero, rey de Macedonia, o del rey Ébalo de Esparta, o del rey Amiclas, también de Esparta. Su culto se encontraba en Amyclae, donde se ubicaba su tumba, a los pies de la estatua del dios Apolo, que se remontaba al período micénico.
Jean Broc, La muerte de Jacinto, 1801
Según el mito, Jacinto era un hermoso joven amado por el dios Apolo. Ambos estaban jugando a lanzarse el disco el uno al otro cuando Apolo, para demostrar su poder e impresionar a Jacinto, lo lanzó con todas sus fuerzas. Jacinto, para a su vez impresionar a Apolo, intentó atraparlo pero fue golpeado por el disco con tan mala fortuna que cayó muerto. Otra versión del mito añade que el responsable de la muerte de Jacinto fue el dios del viento Céfiro. La belleza del muchacho provocó una disputa amorosa entre Céfiro y Apolo. Celoso de que Jacinto hubiese preferido el amor de Apolo, Céfiro desvió el disco con la intención de herir y matar a Jacinto. Sin embargo, mientras agonizaba, Apolo no permitió que Hades, el dios de los muertos, reclamara al muchacho; de la sangre derramada del joven hizo brotar una flor, el jacinto. Según la versión de Ovidio, las lágrimas de Apolo cayeron sobre los pétalos de la flor y la convirtieron en una señal de luto. En otras variaciones Céfiro tiene una forma física y en castigo Apolo lo convierte en viento para que no dañe a nadie más. Fuente, Wikipedia.
Mérry-Joseph Blondel, La muerte de Jacinto, 1810
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