Francesco Botticini, La asunción de la Virgen, 1475, National Gallery
De acuerdo con los teólogos cristianos de la Edad Media, los ángeles están organizados en varios órdenes -o coros- angélicos. La clasificación más influyente fue creada por un autor desconocido cuyas obras nos han llegado atribuidas a Dionisio Aeropagita, que en la segunda mitad del siglo V expuso su doctrina angelológica en su libro De coelesti hierarchia (La Jerarquía Celeste). Según esta obra, los nueve coros angélicos se ordenan en tres grupos, el primero y superior, los consejeros, está formado por serafines, querubines y tronos; el segundo, gobernadores, lo componen las dominaciones, virtudes/principados y potestades y el tercero -ministros- por virtudes/principados, arcángeles y ángeles. El contenido de esta obra fue introducido por San Gregorio Magno en Occidente en la segunda mitad del siglo IX y más tarde fue recogido por Tomás de Aquino en la Summa Theologica.
Los serafines están en la cima de la jerarquía y rodean el trono de Dios; son de color rojo y su atributo es el fuego. Los querubines simbolizan la sabiduría divina y son de color azul y oro. Los tronos representan la justicia divina y llevan toga y bastón de mando. El segundo grupo es responsable de los elementos naturales y de los cuerpos celestes. Las dominaciones llevan corona y cetro. Las potestades ordenan las operaciones que los espíritus superiores ejecutan en los inferiores; también llevan corona y cetro. Las virtudes se refieren a la pasíon de Cristo y llevan a veces flores o símbolos de María. El tercer grupo establece la relación con la humanidad. Los principados protegen a las naciones, los arcángeles son mensajeros de Dios y los de mayor autoridad, y los ángeles protegen a los seres humanos.
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